"el espesor del cuerpo, lejos de rivalizar con el mundo, es, por el contrario, el vínculo medio que tengo para ir hasta el corazón de las cosas, convirtiéndome en mundo y convirtiéndolas a ellas en carne.
el cuerpo interpuesto no es cosa, material intersticial, tejido conjuntivo, sino sensible para sí: (...)" lo que equivale a la siguiente paradoja: "un conjunto de colores y superficies habitadas por un tacto, una visión, por tanto sensible ejemplar, que ofrece a quien lo ocupa y siente modo de sentir cuanto se le parece fuera; de forma que, preso como está en el tejido de las cosas, lo atrae todo hacía sí, se lo incorpora, y, con el mismo movimiento, comunica a las cosas que encierra esa identidad sin superposición , esa diferencia sin contradicción, esa distacia entre el fuera y el dentro, que constituyen su secreto natal."
"lo visible y lo invisible" maurice merleau-ponty 1964