10.12.08

sobre la paciencia de las manos

"uno percibe como anticuadas todas las actividades bruscas de la mano. No sólo del agarrar con intención hostil se espera repentización y crueldad. Muchas acciones que sólo aparecieron más tarde como el golpear, el punzar, el empujar, lanzar y disparar, por mucho que se hayan ramificado y complicado tecnicamente, involuntariamente se sitúan en el mismo plano. Su rapidez y precisión puede que hayan aumentado, pero tanto su sentido como su intención son los de siempre. Para el cazador y el guerrero se hicieron importantes; nada le agregaron a la gloria propiamente dicha de la mano humana.
La mano alcanzó su perfección por otros caminos en los que ha renunciado a la violencia y a la presa. La verdadera grandeza de las manos está en su paciencia. los tranquilos y acompasados procesos de la mano han creado el mundo en el que queriamos vivir. El alfarero, cuyas manos saben modelar arcilla, aparece como el Creador ya al comienzo de la Biblia.
Pero ¿cómo se hicieron pacientes las manos? Una de las ocupaciones más tempranas de la que se tiene noticia y que tanto aman los monos es el rascar la pelambre de sus compañeros. Se cree que buscan algo, y como indudablemente a veces lo encuentran, se ha imputado a este quehacer un sentido demasiado estrecho, nada más que utilitario. En realidad lo que les interesa es el grado de sentimiento que los dedos experimentan entre los pelos de piel. Estos ejercicios de los dedos son los más tempranos que se conocen y han contribuido a hacer de ellos el delicado instrumento que hoy admiramos."
"Masa y poder" Elias Canetti. 1960